miércoles, 15 de febrero de 2012

Miedo y libertad

Quizás sean como el agua y el aceite, y donde haya miedo no pueda haber libertad, o quizás, visto desde una perspectiva que trate de asimilar lo negativo, el miedo no sea sino sólo un incentivo, una necesidad de la propia libertad y, entonces, no pueda haber libertad sin miedo, y miedo sin libertad. Pero cabe otra posibilidad, y es que sean las dos cosas a la vez, es decir, que aún siendo contradictorios, tengan que ir de la mano. Es decir, que donde haya miedo, no haya libertad, y viceversa; pero a la vez, miedo y libertad no se encumbran victoriosos eternamente, es decir, que hay movimiento de lo uno a la otro. Así pues, parece que sólo nos queda esa lucha desde lo uno a lo otro, y desde lo otro a lo uno. No hay pues libertad sin miedo, ni miedo sin libertad, y a la vez, donde hay miedo, no hay libertad, y donde hay libertad no hay miedo. Los que no casan, al final, se necesitan. Porque tenemos miedo, amamos la libertad. Y porque amamos la libertad, tenemos miedo. Quien se libera, se libera del miedo. Y quien tiene miedo, subyuga la libertad.

Se podría terminar con ese apotegma del Zaratustra de Nietzsche en el que decía: " Lo malo no es tener miedo, sino no superarlo". 

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