lunes, 20 de octubre de 2008

Risa friki.

Hoy, mirando una de esas encuestas absurdas que salen en los diarios on-line deportivos, preguntaban por cuál de los periodistas deportivos tenía razón sobre si había que echar o no a Aguirre, el entrenador del Atleti; total, que yo, metido en el juego y sabiendo que ni de coña iba a encontrar algo serio en los argumentos, voté, y lo hice por el más bufón de todos. Bien, pues este voto bufón que he hecho me ha dao lo que posiblemente sea el mecanismo psicológico del movimiento friki: cuando no hay nada serio, nada que dé que pensar, de reir o llorar, y encima hay la obligación de elegir o votar (por supuesto nunca se plantea la decisión de no decidir), la obligación hace que se elija la bufonoda como modo de protesta, risa... El problema es que el friki o la elección por el friki es reaccionaria (o nihilista, que diría Nietzsche)pues acepta que hay que elegir por narices y, aunque haya risa de por medio, es una risa del poder, una risa que acepta lo establecido y parece subvertir algo pero en el fondo sólo cambia para ser lo mismo: es la elección del mal menor, de la desesperación y la resignación de pensar que ya no se puede hacer nada bueno de verdad. Y a esa elección, muchos la llaman sociedad libre y democrática.

sábado, 11 de octubre de 2008

Perversión de lo público.

Han cogido a Rajoy diciéndole a un compi de partido que mañana tenía un plan insoportable, "acudir al coñazo de desfile" de la Santa Madre Patria. Y como buen liberal,para defenderse de este ataque de lucidez(¡estaría bueno!),ha venido a decir que esa conversación pertenecía al ámbito privado, no público. ¡Qué dos grandes desaciertos de Rajoy!, en uno viene a cagarse, como todo hijo de vecino, en lo insoportable de la Institución, y en el otro, viene a desvelar la perversión de lo que entiende el liberalismo por público, pues está claro que al mandar al ámbito de lo privado la lucidez, la queja, la rebeldía... lo público (lo que los políticos liberales de hoy dicen que es lo público)no se convierte en otra cosa sino en pantomima, falsedad e idioticia. Apoyada, cómo no, por la mayoría... faltaría más.