viernes, 29 de abril de 2011

Honestidad

Por más que me esfuerce, al final, ¿cuál es la verdad?  La verdad engaña más que el deseo.

lunes, 18 de abril de 2011

¿Muerte de Eros? (II)



…Continuamos con ese análisis de la 'sexualidad' contemporánea que iniciamos hace dos semanas.
La 'sexualidad', como bien ve Zizek, se ha llegado a convertir en opresión: sabemos cómo satisfacer al otro, cómo satisfacerse a sí mismo, las posturas más o menos placenteras (idealmente placenteras, claro), sabemos en qué momento hay que acariciar, penetrar… Opresión, como venimos diciendo, por saturación. Si el imperativo moral de épocas pasadas con respecto al deseo era “no gozarás”, el nuevo imperativo rezará “gozarás sobre todas las cosas”. Y el no gozar, siguiendo con Zizek, sólo generará culpabilidades de todo tipo.
Pero la 'sexualidad' —su Idea— no será sino uno de los brazos de la contemporánea y supuestamente 'progresista' Idea de la “Calidad de Vida”. La cual implica, entre otras cosas: tener una desenfrenada vida social, hacer turismo, llevar una reglada alimentación, o una programada y ya mencionada actividad sexual… Eso sí, todo como Individuo, como uno más que al creerse tan diferente del resto, lo único que hace una y otra vez es repetir lo que la mayoría hace. Ser Individuo entonces, no será otra cosa que hacerse mayoría: esto es, un idiota que cree que tiene un pensamiento privado. Idiota, eso sí, en su sentido etimológico, esto es, aquél que teniendo un pensamiento (lenguaje) público, común, cree que su pensamiento (su lenguaje) es particular, propio, privado.
Pero si nos detenemos un momento, podremos observar cómo la “Calidad de Vida” contemporánea, en apariencia liberadora y progresista, es en cambio, como ya adelantamos, una actitud conservadora. Y conservadora pues de lo que se trata fundamentalmente es de poseer, de tener, de negar con todas las fuerzas (que nunca son todas, afortunadamente) lo que pueda haber de juego, extraño o sorprendente en las cosas. Viajar (¿No va la mayoría a los mismos sitios la mayoría de las veces?), la amistad, desear… se convierten en medallas que demuestran que uno está a la altura de los tiempos, esto es, que uno está cumpliendo el programa que se nos impone desde el Estado de Bienestar, o del Capital, que da lo mismo (no nos engañemos, el Estado hoy, al igual que cualquier empresa, se basa en “el criterio de rentabilidad”. ¿No se anuncia por T.V como una empresa más?). Uno cuenta sus amigos (sólo hay que escuchar a los más jóvenes sobre la cantidad de amigos que tienen en el facebook, tuenti...), sus traslados (no viajes), sus encuentros amorosos... pero sólo el número de ellos, pues en el fondo, nada hay que contar; nada hay que vivir en todo ello, pues nada pasa en ello (Por no contar las aburridas sesiones de fotografías, souvenirs, recuerdos, cotilleos amorosos... sobre Nada). Nuestra época no es si no la época del récord. No importa jugar, lo importante es ganar, hacer algo más que otro o que uno, que para el caso es lo mismo (recordemos a Phileas Fogg recorriendo el mundo en 80 días sólo para ganar una apuesta, ¿qué más da la experiencia del viaje? Hay que ganar la apuesta, sencilla y brutalmente). Se juega a jugar que se está jugando pues en el fondo no se juega sino que se está venciendo, o dicho de otra manera, capitalizando lo que pueda haber de placer en las cosas . Se capitaliza pues no cabe jugar, por supuesto, cuando no cabe perder. La victoria se pretende absoluta.

Continuará...

lunes, 11 de abril de 2011

Algunas mujeres

No sé muy bien qué significa, ni siquiera si implica algo, el caso es que hoy se ha apoderado de mi el siguiente pensamiento: "me gustan las mujeres a las que les gusto". No sé, cuando tenga tiempo trataré de pensar qué implica esto, el caso es que me he aligerado al pensarlo. ¿Me habré engañado?

viernes, 8 de abril de 2011

Dificultades

¡Otro día perdido! No es nada fácil hacerse un temario "al gusto" para las oposiciones. Entre mis errores de elección, y lo poco que hay para elegir en nuestra (emeritense) flamante Biblioteca Pública del Estado, a veces esto se torna desesperante.
Y encima yo, que soy de los que se mueve una mosca y ya me he desconcentrao... En fin...

domingo, 3 de abril de 2011

¿Muerte de Eros? (I)



Hablaremos en los próximos meses
de eso que llamamos ‘sexualidad’
tal y como se entiende hoy en
día. De la apertura absoluta de la
misma que la aboca hacia donde
ya estaba antes de la presumible revolución sexual:
a la represión. Y lo que es peor, abocada a una represión
que trata de hacerse pasar por liberación: la
Libertad sexual ya está aquí, ya sabemos por fin qué
es y cómo vivirla. Fin de todo ensayo y error, o búsqueda.
Fin del juego, sólo queda aplicar el programa:
¿Muerte de Eros?
Pero vayamos por partes. ¿Qué es eso de “la
apertura absoluta” de la sexualidad?
Dicho de manera concisa y en términos de Baudrillard,
“la apertura absoluta” de la sexualidad sería
la visibilidad absoluta –pantalla total– del sexo, y por
tanto, el acabamiento de aquello que en un principio
(pensemos en los movimientos de liberación
sexual de los 60) se trataba de sacar de las terribles
y angustiosas aguas de la represión. La sexualidad
así –expuesta a la visibilidad absoluta– si en algún
momento tuvo algo de extraño, de no sabido, queda
aniquilado en pos de de un saber que se pretende
total (como todo saber por otro lado: o se sabe en
absoluto, o en el fondo, no se sabe).
Ya no hay nada que experimentar en la sexualidad,
todo está ya a la vista. Y lo que es peor aún, el
lenguaje queda saturado también por esta visión absoluta:
hablar sobre sexualidad no será sino repetir
una y mil veces lo ya visto, y por lo tanto, ya sabido.
Libertad sexual pues, no será hoy sino repetir hasta
la náusea lo que ya está hecho, dicho y visto.
De esta manera, y paradójicamente, aquello que
se trataba de liberar vuelve a hundirse en las aguas
de la represión, sólo que, actualmente, la represión
acontecería de manera más sibilina: no se prohíbe
a las claras sino que todo vale. Y el todo válido, el
todo que se ve absolutamente, no será sino el sexo
puro, esto es, el órgano sexual. Así, podemos decir,
la sexualidad queda hoy reducida al sexo. Al sexo que
mata cualquier atisbo de sexualidad. ¿Y qué mejor
manera de matar la sexualidad que afirmando al sexo
–valga el símil político– absolutista? La sexualidad
pasa a poder verse y saberse absolutamente y, por
tanto, a poder controlarse, o al menos, esa es la pretensión.
(“Lo absoluto” no pasa de ser Fe, esto es,
pretensión de Absoluto.)
El deseo así, comenzaría y acabaría en el órgano
sexual, esto es, en la ejecución mecánica. La mecánica
sustituye al deseo –se cree que el deseo es el
órgano–, y el cuerpo, a su vez, aparece como mera
herramienta ejecutora del programa que hace creer
que el sexo es lo que desea. Lo que muestra, si nos
fijamos bien, que el cuerpo sigue entendiéndose
como otra cosa que el deseo y no como deseo mismo.
Por tanto, la sexualidad no se entendería como
acción, como propio deseo que se inventa y reinventa
sin-fin (como juego), sino como mecánica entre
cuerpos-herramientas que tienen como proyecto el
orgasmo. Y el orgasmo como proyecto, como fin, no
puede convertir su alrededor sino en medio para su
fin. Se podría así hablar de una tiranía del orgasmo,
o, si se quiere, de una tiranía del placer. Y tiranía pues
el orgasmo no se entiende como muerte (Le petite
mort le llaman los franceses) que ha venido, que se
ha dado, sino como muerte que se ha de buscar necesariamente
pase lo que pase, pues da igual porque
nada pasa. Eros queda reducido a cálculo, esto es, a
pura abstracción.
Así, puesto que la muerte se da, ¿por qué no anticiparla?
Hoy más bien parece que no cabe la espera
en el juego, o la espera del juego.
Por cierto, esta espera que mencionamos no es
ni por asomo la espera de la que hablan los sexólogos,
pues éstos, cuando hablan de pausa, se están
refiriendo a una pausa temporal lineal, esto es, con
vistas a fin y a futuro, a la muerte pues, y por tanto,
unida también a una visión mecánica de la sexualidad.
La espera de la que hablamos es una espera que
se detiene, nunca absolutamente, en lo que pasa o
está pasando, y por esto, desespera de fin. No piensa
en futuro sino AHORA. Por tanto, hablaríamos de
una espera que hace, activa, y no de una espera que
espera para otra cosa que está al final de la línea del
tiempo.
Continuaremos...

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