Hoy, como casi todos los martes de este verano, he ido a jugar al fútbol con unos amiguetes. La verdad es que salvo el primer partido, en todos los demás me he sentido como desganado, quizás porque se convirtió en rutina ir. Pero hoy, he tenido la sensación de que cualquier cosa me podía salir, sentía la bola como una prolongación del pie, era mi amiga, y esta sensación la he empezado a tener cuando he estado calentando haciendo filigranas con el balón.
Me asombra que pasen estas cosas, incluso ya no me veía las piernas enquencles y torpes como en otras ocasiones.
Pero como siempre, todo se fue al traste cuando me lo empecé a creer, menos mal que fue ya casi al final del partido. Quizás ahí se encuentre la diferencia entre potencia y prepotencia, es decir, la diferencia entre confianza en que se puede hacer y se hace (siendo aquí lo mismo pensar que se puede hacer y hacerse), y creer que se puede hacer, y por supuesto, no se hace. Sutilidades.
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