domingo, 27 de marzo de 2011

No, no, no, y mil veces no.

No soy simpático, ni guay, ni moderno, y no, no quiero ligar contigo.

jueves, 17 de marzo de 2011

Zizek desnudo

Un documental con bastante poca calidad fílmica, pero que sirve de excusa para acercarse a las palabras que salen del "gordo pajero" de Zizek sin tener que hacer el esfuerzo de leer.
Zizek es de los pocos que abren la cabeza, esto es, que nos liberan un poquito de tanta bazofia liberal.(Nos libera en el sentido de que nos hace ver la mierda, y al verla, se desvanece un poco). Uff, estoy poseido...
Bueno, os dejo el enlace, dura 67 minutos sin créditos, pero merece la pena.

http://www.overstream.net/view.php?oid=smrvs0ewubnm

domingo, 13 de marzo de 2011

Cumpleaños y muerte

A uno le gustaría morir como celebra su cumpleaños: rodeado de amigos.

lunes, 7 de marzo de 2011

La tontería no es progresista




Leía el otro día en el blog del escritor Arturo Pérez Reverte su artículo semanal que publica en un suplemento de tirada nacional. El artículo, titulado “Otra vez ganan los malos”, hablaba sobre el artículo 22 bis de la ley 56/2003, creado a partir del artículo 5 de la ley de Igualdad, en el que se viene a decir que será considerado delito aquellas ofertas de trabajo que discriminen a alguno de los sexos. Esto es, que si usted, pongamos por caso, regenta una frutería, y necesita a alguien que se ocupe de la caja registradora, en la oferta que lance, no podrá requerir sólo a hombres o a mujeres, sino a los dos sexos. Hasta aquí todo normal, pues quizás, quitando los trabajos de gigoló o prostituta, bien parece que en la mayoría de oficios el sexo poco o nada tiene que decir.
El problema viene cuando queremos hacer de nuestra capa un sayo, cuando la liberación de lo reprimido, en este caso 'lo mujer', se convierte en tontería. Así, nos contaba Pérez Reverte en su artículo, un empresario de Sevilla que realizó una oferta de trabajo en la que buscaba un programador, fue amenazado con una multa de 6250 euros por una Inspección de Trabajo sino modificaba el texto y aparecía en lugar de sólo programador, programador o programadora.
No hay mayor peligro que el que algo muy serio, se banalice. Ya Hanna Arendt habló de los peligros de la banalización del mal en su libro Eichmann en Jerusalén. En este libro, la intelectual alemana de origen judío, exponía cómo gracias a la exposición repetitiva (entre otras variables como el humor o el desprecio) del mal, éste venía a caer en lo banal, olvidándose así todo el dolor, crueldad o injusticia que de verdad pudiera generar.
No parece que estuviera muy desencaminada la alemana, pues bien sabemos que hoy podemos ver tranquilamente en televisión cualquier crueldad—sándwich en mano—entre las músicas casi discotequeras de los telediarios, que todo queda en mero espectáculo. La violencia, el mal, la crueldad, se quedan en ese velo aséptico de la información, que no es sino la eterna repetición de lo igual sin más mensaje que el de engancharnos para el siguiente telediario. El mensaje informativo de los medios no va más allá de la propuesta de que veamos el de esa cadena en vez del de la otra. Y no es que sean neutros ideológicamente los medios, pues más allá de esas nimiedades que son la izquierda y la derecha, su verdadera ideología es el Dinero.
Bien, pues al hilo de la banalidad del mal, y de la Ley que comentaba al principio, quería hoy atacar profundamente a esa tontería que se ha instalado en nuestra sociedad (no sólo en los poderes, que eso es lo Eterno, sino también entre las gentes del común) de la igualdad lingüística. Y tontería, no porque el problema de la desigualdad lo sea, no porque el machismo lo sea, y no porque 'lo mujer' siga siendo reprimido, no; tontería porque estas luchas por la liberación de 'lo mujer', importantes, serias y bien difíciles, al caer en la tontería de querer cambiar la gramática de una lengua, banalizan un problema que hace que 'lo mujer' siga apareciendo como estómago agradecido a los piropos del Poder, para que después Éste, y dicho a la llana, Le pueda “dar bien por culo”.
Y es que habría que recordar que en las lenguas, una cosa es la Gramática y otra cosa el vocabulario. Que las injusticias, los desprecios, el machismo, sólo se da en el nivel superficial de la lengua, esto es, en el vocabulario. En el significado de las palabras, en los sentidos que toman, en las metáforas que crean, ahí es donde se da el machismo, la desigualdad y la injusticia. Significados diferentes para zorro y zorra, hombre público y mujer pública, y sin fin de términos que ustedes como yo conocemos. ¿Pero la Gramática? La Gramática es lo profundo de la lengua, algo que está fuera del consciente de los hablantes, a la Gramática le da lo mismo, cosa que al vocabulario no, que gobiernen unos que otros, que seamos de izquierda, de derecha o de más allá. La Gramática, en fin, no es más que las reglas de formación de la lengua. Ahí, a esa profundidad de la lengua, no existe sexismo, sólo estructuras lingüísticas que vienen a decir, por ejemplo, que el neutro en español (que no tiene forma específica como en el inglés o el alemán) puede ser masculino como 'camionero', 'perro'; o femenino como 'policía', 'taxista'... etc. Así, hagan el favor de pensar en la ridiculez de decir 'taxisto' o 'policío', quizás así nos demos cuenta de cómo gracias a las tonterías de algunos el verdadero problema de la represión de 'lo mujer,' queda banalizado de tal manera que deja de ser algo de veras problemático, algo incómodo para el Poder. Problema que fue, y cada vez menos, una lucha de abajo, de lo reprimido durante tantos siglos (¿quedarán muchos?), de 'lo mujer'; una lucha del pueblo pues.
Pero un pueblo que se deja engañar, que olvida sus problemas y deja de luchar, como bien dice Arendt en el libro antes citado, permite con total impunidad cualquier tipo de mal, incluso el exterminio de una raza. ¿Dejaremos engañarnos otra vez más? ¿Nos dejaremos dominar otra vez? ¿O diremos que NO, que no nos creemos sus tonterías que nos dispersan y nos hacen olvidar lo importante? Desde aquí al menos tratamos de decir que NO, que NO nos lo creemos. Que aún NO estamos muertos del todo, y que sus tonterías, por más que repetidas, NO son verdad.