jueves, 19 de abril de 2012

Calma

La vida sin calma no es vida. Esto no quiere decir que la vida tenga que ser algo calmado, pues a todas luces no lo es. Lo que uno quiere decir es que el deseo es poder vivir las adversidades y vaivenes de la vida, y las alegrías, con la calma suficiente para disfrutar incluso en el mar bravío. Vivir es saber navegar. No perder la calma cuando no sopla el aire, y  saber mantener también la nave cuando se revuelven las aguas. Saber vivir, ese sempiterno viaje por ríos y mares que son nuestras vidas. Y de eso se trata, pues mejor aprender a navegar que dejarse llevar por la corriente. No otra cosa quizás sea el carácter: aprender a jugar con los elementos de la navegación: aguas lentas, rápidas, tormentas, islas desiertas o maravillosas, compañeros de viaje o enemigos en el mismo, amores y desamores, cantos de sirena y cantos de mujeres dulces... Todo un viaje este de aprender a vivir.